miércoles, 8 de mayo de 2013

Panorama

“Habla para que yo te conozca”
Sócrates

Lamentablemente llegamos a este punto, ni siquiera la prevención de los pensamientos al respecto pudo evitar el sospechado desenlace, ellos continuaron incubándose hasta convertirse en obsesiones sin remedio, en verdades inamovibles, en insatisfacciones imposibles de resolver, hasta quebrar voluntad y amor. Vinieron falta de apoyo, de comprensión y de respeto; el "yo soy así...", el "tú no eres así...". La comodidad de molestarse con el otro por lo que uno mismo se permite. De nada sirvieron los fundamentos construidos con constancia, ni las paredes para ser abrazados, ni el techo que prometía paz en el camino por venir. No de mucho sirvió el deseo de ser mejor para el otro, cuando el otro, tal vez sin ser consciente, gestaba ya su propio plan. Vino el tiempo de las justificaciones, tan absurdas como necesarias para sostener la comodidad de la fuga y colocar el peso de la culpa en el otro, el tiempo de la banalidad y el decir estúpido, de buscar a los cobardes para exaltar la cobardía y disfrazar de “honestas” decisiones pueriles para satisfacer los bajos apetitos de la egolatría. Así ante la mirada fueron sucediéndose las acciones en avalancha, sin sentido, sin tregua; con la promesa de un gran dolor y el prolongado trabajo por una paz incierta entre nosotros.

Queda ahora para mi el panorama crudo de la vida despojado de los mantos del ensueño romántico que propicia la ilusión de la felicidad. Queda un panorama vacío incluso de la posibilidad de retroceso, inmovilidad o ausencia; queda un camino al que van creciendo espinos que hay que aprender a cortar pues por seguro que irán cargados de veneno. Quedan preguntas sin respuesta que van haciéndose pesadas como piedras en el alma.

Se debe ahora invocar la fuerza para transformar, para renovar lo que ha quedado en escombros y defender lo más hermoso que ha brillado siempre en medio de todos los pesares que hemos provocado, y esa luz eres tú. Debemos invocar a la atención de la mente para no perderse en los laberintos del miedo y el odio y que encuentre su luz en medio de lo confuso. Queda un inmenso trabajo por estar presente, ser modelo, maestro, protector y amigo tuyo. Nosotros cometimos todos los errores y lo que más importa ahora es conservar intacta la alegría de tu mundo.

Afortunadamente hay prioridades que están claras, yo estoy aquí para asumir el esfuerzo que el camino me ha colocado delante, con firmeza, paciencia y hasta con gusto. Estoy aquí ordenando mis pensamientos para hablarte desde este panorama hasta ese momento en que comprenderás estas palabras y tal vez puedan ayudarte en tu propio camino; afortunadamente yo comencé a hablar contigo desde antes de saber que ya venías a este mundo y ya imaginaba que tendríamos que hablar de muchos de sus sinsabores, pero también desde entonces he estado buscando las maneras de enseñarte que, con todo, no hay nada tan hermoso como la vida y todos sus misterios.

Te abrazo desde este momento.