Eres el árbol cortado por la sierra, el hacha dura, el pico, la insensatez. Eres un madero que ya no respira, pusieron fuego donde tus pulmones regalaban el aire y te convirtieron en carbón. No eres palo que sirva de algo, garrote para castigar al traidor, viga para el ahorcado. Eres raíz arrancada del calor de la Tierra y puesta a su suerte en el asfalto. Arrancaron tus ramas árbol y no fue para construir un hogar, era sólo que estorbaban, ¡hazte a un lado mierda!
Trozos, dientes, crujidos, motor, motor, siempre el motor que se impone.
Estás roto porque el motor no mira, avanza, arrasa, nada le importa.
Pieza rota de un organismo, extirpada para ver su reacción ante los objetos punzantes. Savia regada por el suelo, flujo inútil, asqueroso, que hay que trapear de inmediato. Construcción de infinitas posibilidades, imaginación compleja de un niño creador, estás tirado junto a una alcantarilla, tu cuerpo obstruye la basura y se pudre con ella.
Eres el lápiz roto, torturado constantemente por el filo, pero te has acabado, dentro de ti hay una mancha negra incapaz de expresar nada.
¡Ay, árbol!
Y aún así, como sólo tú sabes estar, estás de pie, no te cansas de estar ahí, a pesar de lo que te han hecho. Te cortaron y tus brazos no se caen vencidos, te mueres lo suficientemente lento como para morir después de quien te cortó, demostrando que vives por siempre.
Siempre permaneces.
Siempre, siempre ahí.