Nunca lo había sentido y jamás habría podido imaginar lo que siento, tanto que me resulta difícil describirlo, aun cuando no ocurre en mí. Apenas ha ocurrido el primer encuentro, las primeras reacciones naturales, esas divisiones celulares que produjeron la noticia y la necesidad de una prueba. Y sí, ahí está él, comenzando su camino, haciéndome preparar el mío, nuevo.
Es una larga espera para conocerlo o conocerla a ella, pero presiento que tras recorrerla podré encontrarme más completo, vitalmente impetuoso y más hambriento de ofrecer un mundo mejor en el que vivir. Son muchas cosas por aprender, muchas por descubrir e imagino que muchas más por inventar, en este punto comienzan a ponerse en movimiento todas las posibilidades que tengo de ser un mejor padre para ella o para él.
No hay ciencia exacta para este recorrido, y tal vez sobren las explicaciones científicas. El proceso comienza con mucho amor y se refuerza con lazos de responsabilidad y de deseo, las mejores perspectivas, la compañía de las personas que se quieren y la más poderosas oraciones.
Así, su Madre y yo comenzamos a esperar su llegada.